"Juntemos un niño autista, padres desesperados,
anuncios milagrosos, buena cantidad de dinero, un agujero
en la tierra, agua mezclada con sal y arrojemos un delfín
allí. Tendremos uno de los peores ejemplos de una creciente
industria llamada Terapia Asistida con Delfines o Delfinoterapia
(TAD)" William Rossiter, Presidente de Cetacean Society
International.
El Discurso y los Mitos
La propaganda del negocio de la "Terápia Asistida
por Delfines" (Dolphin Assisted Therapy), supone que
la exposición, principalmente de niños, a la
presencia de delfines, les ayudaría o e incluso curaría
de algunas dolencias genéticas o enfermedades crónicas
para las cuales la medicina no ofrece soluciones satisfactorias.
Enfermedades crónicas como el Síndrome de Down
(un problema genético sin solución) y el autismo
(un trastorno de la relación que el niño tiene
con su entorno), entre otras. El factor común es que
esta industria las escoge debido a que contener un alto factor
emocional que garantiza el que los familiares de la persona
afectada harán lo que sea para intentar todo lo que
se les ofrezca con la esperanza de lograr alguna mejoría.
Es lo que se denomina comercialmente como "un mercado
cautivo".
El fracasado delfinario de Pirque en Chile, textualmente
señalaba en su proyecto (propaganda), que la delfinoterapia
tiene los siguientes porcentajes de mejoría: "Retraso
Psicomotor 80%, Paralisis Infantil 70%, Autismo 65%, Sindrome
de Down 85%, Hemiplejia 75%, Lesion cortical 70%.
Estos porcentajes surgen de la especulación por parte
de los empresarios que promueven dicha industria y no de una
evaluación sistemática seria o de la experiencia
clínica. En las operaciones de Delfinoterápia
no hay médicos involucrados. De hecho se indica al
delfín como el médico. Los autodenominados especialistas,
frecuentemente carecen de toda formación académica
y provienen de trabajos circences.
Estas dolencias o enfermedades y trastornos crónicos
no pueden ser solucionados por un delfín. Los posibles
cambios son atribuibles a que cualquier cambio de entorno
al que sean sometidos estos niños, les inducirá
estímulos novedosos que pueden temporalmente producir
variaciones en su conducta, pero no serán sanados.
Este tipo de estímulos son más eficientemente
producidos por terapeutas profesionales, en condiciones controladas.
Hay quienes buscan alternativas no tradicionales como última
esperanza. Entre éstas hay algunas que son respetables,
más seguras y no ofrecen milagros sino un apoyo. Es
el caso del uso de caballos (equinoterapia), en el cual el
niño tiene una experiencia en la naturaleza, fuera
de su casa, y en la cual el movimiento del caballo es utilizado
como estímulo para que el niño utilice su musculatura
para mantenerse estable y así se ejercite. ¿Porqué
entonces tanta espectativa con los delfines? Porque existe
una imagen idealizada ya existente en el mercado potencial
de este negocio, lo cual lo constituye una oportunidad económica
más rentable.
Algunos mitos necesarios de conocer:
1) "Los delfines detectan con sentidos especiales el
mal del niño, y mediante el sona lo curarían".
2) "Los delfines son enviados divinos, cuyo destino
es salvar a la humanidad partiendo por los más sensibles:
los niños; y los acuarios serían el vehículo
que les permitiría cumplirlo".
3) Existen abundantes estudios científicos que prueban
la eficacia de la delfinoterápia.
Otros mitos, ver en Preguntas
y Respuestas, presionando aquí..
El
Origen
El inicio del uso de delfines con niños
discapacitados comenzó en La Florida, en 1978, en el
oceanario Ocean World. Fue creada y desarrollada por el psicólogo
David Nathanson. Luego ha sido masificada principalmente en
México por el Sr. Fritzz Zimmerman.
Este último, ha expresado que: "Quienes tienen
Syndrome de Down y otros desordenes los tendrán toda
su vida. Ninguna medicina o delfín puede curarlos."
En los años 1990'as una serie de espectáculos
itinerantes con delfines en cautiverio visitaron ciudades
por todo latinoamérica. Si bien, el espectáculo
desarrollado fue de tipo circence, ingresaron legalmente a
algunos países presentándose como "delfinoclínicas"
y no como circos, evadiendo entonces la legislación
que regula las actividades de este tipo. Así, la delfinoterápia
se transformó en un medio, no sólo para obtener
popularidad, sino también para operar con menores restricciones
legales, accediendo a mercados que significaron mayores ganancias.
Análisis a
su Efectividad
Sobre creencias y propagandas tendientes a generar o sostener
mitos pseudo-religiosos, no podemos cuestionar a quienes las
aceptan ejerciendo su libertad de culto. Pero no pueden ser
presentadas como hechos científicos comprobados, si
no cumplen con los requerimientos que la actividad científica
impone. En 30 años no sólo no gozan con el aval
científico, sino por el contrario, la ciencia ha publicado
sus reparos a dichas peligrosas técnicas económicas.
Para los científicos, los acuarios son simplemente
un negocio, no un templo de oración o sanación.
Esta industria, incluso alega que los delfines incluso "desean"
estar en dichas terapias, ocultando a sus "pacientes"
la verdad de la captura y el acondicionamiento que sufren
estos animales (75% muere en los primeros 3 meses).
Las enfermedades que la industria del cautiverio proclama
son sanadas por los delfines, son problemas crónicos
que lamentablemente nadie puede solucionar, tampoco los delfines.
Los biólogos y médicos desean encontrar curas
a las enfermedades. Al igual que durante la revisión
de la efectividad de las terápias con hierbas, de ser
efectiva la Delfinoterapia en algún sentido, la ciencia
no sólo ya la habría apoyado sino que habría
producido instrumentos que replicaran dichos sonidos para
acceder a todos los niños con problemas. Los sonidos
de alta frecuencia, y que son enunciados por los promotores
de la delfinoterápia como fuente de sanación,
están presentes en nuestra vida cotidiana en todos
los rangos posibles. Los televisores, las radios, los microondas,
los teléfonos celulares, etc., cubre un rango acústico
más amplio y también elevado en frecuencias
que las ecolocalizaciones de los delfines y no hemos visto
que sanen a nadie. De hecho, algunos de estos sonidos pueden
ser perjudiciales: encontrándose en ellos factores
mutagénicos (torres de alta tensión). Algunos
son de hecho son empleados por los cetáceos, no para
sanar sino para encontrar e inlcuso aturdir a sus presas.
A diferencia de terápias alternativas como la acupuntura
y el uso de hierbas medicinales, no existe instrucción
académica formal a los alumnos de medicina, ni en universidades
ni en institutos profesionales, respecto a la delfinoterápia.
Por lo que no existe como especialidad médica. La razón
es simple: la ciencia formal ya revisó su potencial
al estudiar los resultados expuestos por sus empresarios promotores,
y la conclusión quedó expuesta por los doctores
Lori Marino y Scott Lilienfeld, del programa de Neurociencia
y Conducta biológica del Departamento de Psicología
de la Universidad Emory, en Atlanta. Concluyen que los datos
publicados por los promotores de la Delfinoterapia son evidentemente
mal manejados, especulativos, con errores metodológicos
y ausencia de tratamiento científico.
Ver Marino and Liliendfeld "Dolphin-Assisted Therapy:
Flawed data, Flawed Conclusions" Anthrozoos, 11(4):194-200.
En la opinión del biólogo especialista en cetáceos,
Paolo Sanino, "la delfinoterápia no es más
que una forma de explotación económica de animales
carismáticos que generalmente han sido descartados
por ser ya incapaces de realizar actos circenses más
lucrativos, ingresándolos a programas de nado con delfines
en una modalidad que resulta perversa también para
el ser humano, al aprovecharse del dolor de las familias con
hijos enfermos, a quienes se les prometen milagros que sólo
viven en el mundo de las especulaciones y se alimentan de
la ignorancia pública e irresponsabilidad de algunas
autoridades, sin considerar los riesgos reales de exponer
a un niño a un animal de hasta 600kg, encerrado en
una piscina clorada, que lo que menos desea es estar allí.
Porque no sirve, es peligroso y mantiene el tráfico
de animales silvestres, es que las autoridades del gobierno
Chileno, responsablemente prohibieron este fraudulento negocio".
Los peligros de la
"Delfinoterapia"
La transmisión de enfermedades y
la exposición a golpes por parte de los delfines son
parte de los peligros que la industria no considera al momento
de alentar el contacto con delfines.
En su ensayo "Acerca de la Terapia Asistida con Delfines",
William Rossiter, presidente de la CSI, critíca a esta
industria creciente y poco conocida, donde se pretende tratar
la deficiencia física o mental de niños a través
del contacto cercano con delfines pese a carecer de pruebas
de su efectividad más allá de la auto-publicidad.
En una cita del doctor Bernard Rimbland, director del Instituto
de Investigación sobre Autismo en San Diego, aclara
que "No existe ninguna evidencia científica de que
los delfines ayuden. La gente respetable en este campo cree
que a los niños les gustan los delfines como algo recreacional."
A su vez, Michael Westerveld, neurosicólogo pediátrico
de la Universidad de Yale de Medicina, afirma que "si existe
algún tipo de éxito, estaría mucho más
inclinado a atribuirlo al efecto general de la oportunidad
de interactuar con los animales. Al comprar una mascota seguramente
se tendrá los mismos resultados".
Por otra parte, esta industria a la que recurren
padres dispuestos a pagar hasta 1000 dólares semanales
por una esperanza, hace caso omiso de los peligros del contacto
físico entre personas y delfines. En una carta que
Mary Mosley, Coordinadora del Proyecto de la Coalición
Contra la Exportación de Delfines de EEUU, envió
al canciller del Medio Ambiente en EEUU, representando a más
de 2,5 millones de personas, se señala: "Tanto científicos
como veterinarios han señalado que enfermedades difíciles
de diagnosticar por un médico general pueden ser transmitidas
de los delfines a los humanos, así como también
de humanos a delfines." El Manual para Medicina de
Mamíferos Marinos Norteamericano expresa: "El contacto
físico entre animales y personas durante el entrenamiento
u otras actividades facilita la transmisión de la flora
superficial e incrementa la posibilidad de que una herida
menor se infecte y posiblemente desarrolle una infección
sistemática."
Los delfines también sufren impactos
negativos. Karen Pryor, entrenadora de Sea Life Park en Hawaii,
comentó que ella y sus asociados tienen evidencia de
un aumento de las enfermedades respiratorias de los delfines
que tienen contacto directo con humanos, directamente proporcional
al número de personas que los visitan. Y por otra parte,
al no poder elegir el nivel de interacción que encuentran
tolerable, se ven sometidos a un gran nivel de estrés.
Han habido participantes severamente heridos
por delfines en los programas de nado con delfines. Algunos
de ellos no se reportan o se toman como "accidentes". La entrenadora
experta en delfines Karen Pryor ha dicho no entender
cómo algunos de los participantes no ha resultado muerto.
El ex-entrenador Richard O'Barry tampoco se sorprende de que
los delfines muestren conductas agresivas al estar sometidos
a condiciones de estrés y forzados a interactuar con
personas en programas de nado. Y relata: "Estos comportamientos
han ocasionado lesiones a los nadadores. Un animal de 150
kg frustrado puede causar serios daños a una persona,
y hay registros de laceraciones, pérdida de dientes,
heridas internas, huesos rotos y shock." Como señala
la Human Society Of the US en el documento "The case against
marine mammals captivity", estos registros de ataques
fueron hechos por el organismo gubernamental NMFS, agencia
del departamento de Comercio de EEUU, entre los años
1989 y 1994. El NMFS registró más de una docena
de estos reportes, entre los que se encuentra el de un hombre
con el esternón roto tras recibir un golpe del hocico
del delfín, y el de una mujer con un brazo roto tras
un golpe parecido.
Varios biólogos especialistas en el
comportamiento de los delfines señalaron que lo más
probable es que los golpes propinados por los delfines, en
la mayoría de los casos, no sean accidentales, como
dicen los delfinarios que crearon el mito de que los delfines
nunca dañarían a nadie deliberadamente. La Human
Society deja en claro que en las sesiones de nado con delfines,
especialmente en las que no son controladas, los delfines
pueden ocasionar daños a los nadadores, que pueden
ser muy serios, por varias razones, algunas de las cuales
no son predecibles. Y ratifica: "Es probable que tarde
o temprano alguien muera en estos programas." Los delfines
son animales grandes y poderosos, predadores por naturaleza.
El nivel de peligro que representan puede compararse al de un
chimpancé, gorila, león o elefante. Si bien
su temperamento general es dócil, sí son capaces
de mostrar conductas violentas y en la naturaleza se han documentado
en abundancia.
La apariencia física de los delfines
y las historias de acercamiento de delfines libres a humanos
han llevado a crear una imagen idealizada de ellos. Si bien no son animales feroces o típicamente
agresivos, en ciertas instancias sí pueden presentar
comportamientos que pueden causar daño. Se debe tomar
en cuenta que en la naturaleza ellos son libres de alejarse
de todo aquel con el que no quieran estar en contacto. Los
delfines pueden responder con movimientos bruscos y de mucha
fuerza, pudiendo incluso matar si se sienten molestados.
Esto los diferencia de animales domesticables como por
ejemplo, los perros, que al tratar con los humanos son generalmente
algo más cuidadosos.
Algunos peligros directos:
A) Ataques: se han documentado fracturas e incluso muerte
de entrenadores, clientes y entre los animales mismos, en
cautiverio; pero nunca en vida silvestre evidenciando el
trastorno conductual que sufren los delfines al ser sometidos
a cautividad. ¿Cómo evitar con un simple silbato,
que un animal de 600 kg molesto por la permanente tortura
alimenticia, ataque a un niño en la misma piscina?
Si el delfín lo desea, nada ni nadie podrá
evitarlo. El 4 de Julio de 1998, exhibimos un video mostrando
lo inútiles que resultan los entrenadores en estos
casos.
B) Infecciones micóticas; el cloro a la concentración
necesaria para tener el agua de la piscina "presentable",
ocasiona un efecto doble en los microorganismos que viven
sobre la piel de los delfines. Las bacterias son mermadas
dejándole el "espacio" a los hongos los
cuales se desarrollan a gusto profitando de la baja inmunitaria
provocada por el encierro, la depresión por el confinamiento,
el cambio de dieta y la privación alimenticia a la
que se somete al animal. Así estos hongos infectan
su piel pudiendo causar no sólo la muerte del animal
sino el contagio a los niños. Las infecciones micóticas
son extremadamente violentas y de difícil curación
en el agua. Algunos dueños de acuarios aumentan aún
más la concentyración de cloro para controlar
a los hongos, pero los delfines experimentan irritación
dérmica, pérdida de la visión y aumento
de úlceras gástricas.
C) Infecciones bacterianas que incluyen: estreptococos,
estaphylococos, pseudomonas, proteus, aeromonas, erysipelothrix,
vibrios, clostridia y micobacterias, todas ellas conocidas
por infectar heridas cutáneas en mamíferos
marinos. Todos son organismos oportunistas que pueden amenazar
la salud de aquellas personas que sostienen los animales
o entran en las piscinas donde hay animales infectados.
A las que se suman enfermedades propias de los delfines
que aún no se han estudiado lo suficiente para garantizar
al "paciente" que no será infectado. Entre
éstas están las enfermedades del "tatuaje"
un pox-virus, "Herpes-like" un virus similar al
herpes y la conocida Brucelosis que ocasiona abortos espontáneos
en delfines.
D) Todo esto referente al ser humano pero la lista en relación
con los efectos del cautiverio en los delfines es tan extensa
como sorprendente el que no se prohiba definitivamente este
tipo de negocio en sociedades que se dicen civilizadas.
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