Introducción
Un estudio realizado por tres instituciones científicas
durante 1999, sugiere que más de la mitad de la carne
de cetáceos (ballena, delfines y marsopas), vendida
en Japón está altamente contaminada y no es
apropiada para el consumo humano. También se descubrió
que un cuarto de la carne de cetáceos vendida en Japón,
está mal etiquetada.
El estudio sugiere que los consumidores Japoneses de carne
de cetáceos tienen un 50% de probabilidades de ingerir
carne altamente contaminada, y una probabilidad de 1:4 de
ingerir productos mal etiquetados.
Antecedentes
Históricos
La preocupación acerca de las potenciales consecuencias
para salud humana de ingerir alimentos altamente contaminados,
especialmente con metales pesados y compuestos orgánicos
como PCB o pesticidas como el DDT, ha aumentado en la comunidad
científica, médica, nutricionista y el público
general. Estos químicos están presentes en una
gran variedad de alimentos, pero se encuentran en altas concentraciones
en la carne y grasa de mamíferos marinos, incluyendo
los cetáceos.
Históricamente, la preocupación e investigación
se centraba en las comunidades del norte, incluyendo la población
de las Islas Faroe, pertenecientes al Reino de Dinamarca.
Allí, infantes recién nacidos de madres consumidoras
de carne de cetáceos han desarrollado problemas de
salud debido a los altos niveles de mercurio y compuestos
orgánicos provenientes de los delfines calderones de
aleta larga (Globicephala melas),
que son cazados cada año. El gobierno de las islas
Faroe se ha visto obligado a emitir una nota de advertencia
a los consumidores de carne de delfín debido al daño
generado en la población, especialmente en niños
no natos.
Una preocupación similar ocurre en los pueblos Inuit
del Norte de América, Greenland y Siberia, cuyas dietas
incluyen grandes cantidades de mamíferos marinos contaminados,
incluyendo cetáceos.
La preocupación acerca de los altos niveles de contaminantes
y el daño que puede ocasionar a la salud humana, llevó
a la Comisión Ballenera Internacional a entregar en
1998 una Resolución, donde identifica los efectos causados
a la salud humana cuando se consume carne de cetáceos
y se compromete, junto con WHO y FAO, a tratar de resolver
este problema.
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Consumo en Japón
A pesar que el consumo de carne de cetáceos ha disminuido
en los últimos años, más de 20.000 cetáceos
son asesinados cada año por cazadores japoneses para
ser vendidos como alimento en los mercados locales. Esta cifra
no incluye 550 ballenas minke (Balaenoptera
acutorostrata) cazadas anualmente por el programa
científico JARPA en la Antártica y Pacífico
Norte. Esto indica que la mayor fuente de carne y grasa de
cetáceos en Japón no proviene de las ballenas,
sino de los delfines y marsopas cazados en aguas costeras.
Por más de dos décadas científicos japoneses,
incluyendo algunos trabajadores del gobierno, han medido los
niveles de metales pesados y compuestos orgánicos en
cetáceos cazados en Japón. Los resultados han
sido publicados en revistas científicas y presentados
al comité científico de la Comisión Ballenera
Internacional.
Estos estudios muestran que muchas especies de cetáceos
están altamente contaminados con metales pesados como
mercurio y compuestos orgánicos como PCB y DDT. Sin
embargo, a pesar que algunos científicos han argumentado
que estos niveles pueden ser dañinos para los animales,
hasta ahora nadie ha levantado la voz para advertir las consecuencias
que estos contaminantes podrían traer a la salud de
los consumidores de carne de cetáceos.
En Febrero de 1999, cuatro científicos de las Universidades
de Harvard (EEUU), Greenwich (Reino Unido) y el Daiichi College
of Pharmaceutical Sciences (Japón), realizaron un estudio
en conjunto sobre el origen y contaminación de carne
de cetáceos vendida en los mercados japoneses.
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Metodología
Empleada
Se compraron 130 muestras de carne de ballena en distintos supermercados
y restaurantes en seis ciudades distintas de Japón. Las
muestras incluían carne cruda, salada y parcialmente
cocida, conocida como "tocino de ballena".
Los científicos de la Universidad de Harvard realizaron
análisis genéticos moleculares para identificar
la especie de cada muestra de carne comprada. El Daiichi College
de la Universidad de Hokkaido realizó análisis
toxicológicos con el fin de revelar los niveles de contaminación
de cada muestra.
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Resultado
de los Análisis
Los niveles de contaminantes encontrados en cada muestra fueron
comparados con los niveles máximos de permitidos para
el consumo humano establecidos por entidades de salud nacionales
e internacionales.
La investigación encontró que el 52% de las
muestras registraban niveles que excedían los permitidos
legalmente siendo peligrosos para el consumo humano. Otras
muestras de pescado y calamares tomadas y analizadas durante
el mismo periodo contenían niveles mucho menores de
contaminantes.
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Contaminación
por Mercurio
Los niveles de mercurio en algunos productos provenientes
ballena son particularmente preocupantes. El gobierno japonés
establece un limite máximo de consumo humano de mercurio
en 0.4 ppm (partes por millón). El estudio mostró
que las concentraciones de mercurio en más de un tercio
(21/61) de las muestras excedían estos niveles máximos
de consumo. El contenido de mercurio registrado en una de
las muestras vendidas en el pueblo de Nachi Katsuura, fue
de 203.75 ppm. Si una persona de 50 kilos ingiriera esta muestra,
estaría consumiendo el 10% de una dosis mortal de mercurio
y probablemente sufriría fuertes síntomas de
diarrea y problemas digestivos.
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Publicidad
El estudio también encontró que los productos
derivados de cetáceos están publicitados fraudulentamente,
por lo que los consumidores no pueden tener la certeza acerca
de lo que están consumiendo.
Más de un cuarto (27%) de las muestras de cetáceos
analizadas estaban mal etiquetadas (promocionando una especie,
que en realidad era otra o una combinación de varias
especies).
Parece ser que los involucrados en la industria de carne de
cetáceos están mezclando (o substituyendo completamente)
carne más barata proveniente de delfines por carne
más costosa, como la de ballenas. Debido que los delfines
y otras especies más pequeñas de cetáceos
están mas contaminados que las de ballenas, el 76%
de los productos mal etiquetados estaba altamente contaminado
y no eran apropiados para el consumo humano, de acuerdo a
los niveles establecidos por las regulaciones japonesas e
internacionales.
Una muestra comprada en un supermercado de Hiroshima y etiquetada
como carne de ballena minke (Balaenoptera
acutorostrata), era en realidad carne de delfín
calderón de aleta larga (Globicephala
melas) que contenía más de diez veces
el nivel máximo de mercurio permitido para el consumo
humano.
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Implicancias
para los Consumidores
Basado en este estudio y otros resultados previamente publicados,
queda claro que la salud de los consumidores de carne de cetáceos
en Japón esta en riesgo, no sólo por los niveles
de contaminación hallados en diferentes productos,
sino también por el hecho que dichos productos se encuentran
falsamente etiquetados, por lo que las personas no saben en
realidad qué están consumiendo.
Aproximadamente 2000 toneladas de carne y grasa de animales
provenientes de las especies más contaminadas de cetáceos
están siendo consumidas por el pueblo japonés
año tras año. Las consecuencias de mezclar,
sustituir y mal etiquetar esta carne deben alertar al consumidor,
quien no debería confiar en la descripción de
las etiquetas para identificar cuáles productos de
cetáceos son seguros de consumir.
Debido a que estos estudios son muy costosos y no están
al alcance del publico general, la única forma de estar
seguro de no ingerir altos niveles de contaminantes es no
consumir ningún producto derivado de cetáceos.
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Sugerencias
de la Ciencia
Los cuatro científicos responsables de este estudio
están muy preocupados por los resultados obtenidos
y han escrito una carta al Ministro de Salud y Bienestar de
Japón, quien es responsable de temas relacionados a
la salud humana y etiquetación de productos alimenticios
en Japón.
Han pedido al gobierno de Japón:
"...prevenir al publico japonés
acerca de los riesgos asociados al consumo de productos de
cetáceos y actuar consecuentemente para detener la
venta fraudulenta de estos productos. Una medida inmediata
sería prohibir por completo la venta de productos contaminados".
Concluyen que su estudio:
"...sugiere al gobierno la necesidad
urgente de iniciar una investigación legal a la industria
alimenticia, incluyendo procesamiento, distribución,
etiquetado y venta de comestibles, que contengan productos
derivados de cetáceos".
Fuente: Dr. Mark Simmonds, de la Universidad
de Greenwich.
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