El criterio que los taxónomos emplean
para identificar la especie a la que corresponde un animal,
en nuestro caso un mamífero marino, depende del estado
del ejemplar y el acceso que se tiene a éste. Básicamente,
podemos diferenciar dos casos:
Cetáceos vivos (in vivo)
El principal criterio es el morfológico
(la forma) dado que es el más evidente y eficiente
(certeza/velocidad). Sin embargo, requiere de la pericia y
experiencia del investigador. Sistema de Clasificación
Biológica, creado por C. Linnaeus, fue diseñado
principalmente basado en este criterio. Actualmente, la gran
mayoría de las especies, particularmente de animales,
han sido clasificadas en base a su morfología. Los
casos especiales lo constituyen algunos vegetales, microorganismos
y viruses.
Adicionalmente, los científicos que estudian a los
mamíferos marinos, se basan también en otras
características como el número de ejemplares,
su coloración, tamaño corporal, conducta general,
formas de sus aletas, silueta corporal, ángúlo
del soplido, y sus vocalizaciones (sonidos o cantos que emiten)
entre otros.
En casos en los que el (los) animal(es) que se desea(n) identificar
no permiten utilizar los criterios mencionados, de manera
conluyente, existen otras herramientas que aunque menos accesibles,
cuando son utilizadas de forma complementaria y adecuada,
contribuyen significativamente. Por ejemplo, en ocasiones
se logra obtener mediante el uso de redes o filtros de mano,
restos de fecas o se toman pequeñas muestras de piel
con dardos especializados, que una vez analizadas por biólogos
moleculares, logran en ocasiones determinar la especie con
una certeza que varía dependiendo del estado de la
muestra y la existencia de catálogos con los cuales
hacer las comparaciones.
Cetáceos muertos (post
mortem)
El grado de dificultad para identificar la
especie a a la cual corresponde un animal muerto, depende
de cuan avanzado está el estado de su descomposición
y el ambiente en que ésta ha ocurrido (ej. en el agua,
playa de arena o de roca, etc). Las dificultades secundarias,
provienen de los agentes que alteran los restos como los daños
provocadas por animales carroñeros y en especial la
curiosidad por parte de personas aficionadas que suelen manipularlos
sin poseer el conocimiento adecuado.
En caso de varamientos de cetáceos, los lugareños
llegan incluso a consumir la carne de animales muertos, venden
sus huesos y dientes, pese al peligro de adquirir enfermedades
zoonóticas y constituir un delito.
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